¿Y como puedo seguir
si ahora me mata
lo que me hacía vivir?
Si tus ojos ya no me miran,
si tus labios ya no me hablan,
si tus manos ya no me buscan,
y tu corazón ya no me quiere.
Fuiste tú mi Atlántida,
mi paraíso perdido, mi Edén,
la isla en la que naufragar
y olvidar todo mi ayer.
Y ahora tú te vas
dejando tan sólo dolor,
desesperación y soledad.
Tu recuerdo está aquí
guardado en mi memoria
alimentando mi esperanza
y minando mi corazón.
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