-gaviota-

Ser libre y volar. Como un pájaro. Sin límites ni fronteras. Parándome sólo cuando esté cansada. Sin guiarme por normas absurdas y estereotipos más idiotas aún. Eso era lo único que quería hacer. Volar. Escapar. Ir al mar, como las gaviotas. Sentir en mi rostro la brisa marina. No había nada que quisiera más. Pero no podía. Tenía que seguir con mi rutina de siempre, respondiendo a las mismas normas que no entendía. Pero yo sentía que algo se estaba despertando en mi interior. No quería ser una más. Quería ser yo, Bea. Sin más nombres, apellidos. Sin responder ante nada ni ante nadie. Sin dar explicaciones de lo que hacía, de lo que pensaba, de lo que sentía. Sin embargo, aquí no podía hacerlo. La figura materna tenía mucho peso y se alzaba contraria a todas mis ansias de libertad. Pero yo no podía acallar todo este fuego que estaba naciendo en mí. Era demasiado poderoso. Un incendio se extendía irremediablemente por cada una de mis células y nadie podría sofocarlo. Lo sentía. Cada vez estaba más cerca de ser yo, de ser Bea. Y entonces, por fin volé. Ese pájaro que había en mi interior salió y desplegó sus alas. Y yo volé con ella. Y le grité a los cuatro vientos "¡Soy Bea!". Ya no había vuelta atrás. El cambio había comenzado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario