Y Bea estaba en mi cama. Había soñado muchas veces con este momento.. Desde donde estaba sólo podía ver su espalda. Estaba acostada, de lado, y la sábana casi no la cubría. Me encantaba su cuerpo desnudo. Creo que podría estar besándolo por toda la eternidad.
Apagué el cigarro y me acerqué a ella. La besé en la cintura. Bea se removió y se despertó. "Judith". No me gustaba mi nombre, nunca me gustó. Pero cada vez que ella lo pronunciaba, no podía evitar que mi estómago se encogiera y que un escalofrío de placer recorriera mi espalada. Me acerqué a sus labios y la besé de nuevo, como si ella fuera mi aliento, mi respiración, mis latidos... y lo era.
Ahora estoy aquí, recordando aquel amanecer de agosto en el que Bea estaba en mi cama y ella aún me quería. Estoy dibujando el recuerdo de su cuerpo desnudo bañado por el sol. Porque eso es lo único que me queda, el recuerdo de que un día Bea me amó.
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